lunes, 29 de abril de 2013

Part. I: Congost de Mont Rebei


Hacía tiempo que nos habían hablado del Congost de Mont Rebei,  así que decidimos ir a conocerlo y pasar el fin de semana.


Después de casi tres horas de coche, llegamos a Guardia de Noguera que es donde íbamos a dormir.  Guardia es el típico pueblecito de montaña con cuatro calles y poco más, pero es precisamente lo que buscábamos, un sitio tranquilo, donde olvidarnos de todo, y os puedo decir que fue todo un acierto. 

Nos alojamos en Casa Perdiu, una casa rural regentadada por un matrimonio encantador, que nos hicieron sentir como si estuviéramos en nuestra casa.

Llegamos al mediodía así que decidimos dejar el congost para el día siguiente y dedicarnos a visitar pueblecitos cercanos.

Así que según recomendaciones de la mestressa de la casa, nos fuimos hacia Rivert, un lugar pequeño y encantador, donde puedes ver casas edificadas aprovechando los salientes de la montaña.





Me encanto la pequeña cascada que sale desde la roca y que termina como en una pequeña piscina. Tenía un aire tan romántico, que si hubiera sido agosto, me hubiera metido sin dudarlo. 



En la parte superior de la cascada, había un molido que podías acceder por otro camino. 



De bajada hacía Tremp, nos paramos un montón de veces para hacer fotos, y es que el paisaje era espectacular.


Saliendo de Rivert paramos por diferentes pueblos, hasta llegar a Ager, donde íbamos a visitar el Observatorio Astronómico. Destacaría Tremp, con su Basílica de Valldeflors, merece la pena parar un ratito para dar una vuelta y visitarla.


Nos llamo la atención este peculiar bar en el Pantano de Sant Antoni, donde paramos para hacer unas fotos.



Y finalmente llegamos al observatorio. 
La visita no comenzaba hasta las seis de la tarde y acababan de dar las cinco, así que decidimos darnos un descanso y tomar algo sol, ya que hacía un día precioso.


Cuando finalmente entramos, nos explicaron que íbamos a ver al Sol en directo, con dos tipos de telescopios distintos, uno de 100 aumentos y otro de 1.000 donde podríamos apreciar sus flamaradas. Nos explicaron con todo detalle mil y una características de nuestra preciada estrella, después entramos en el Planetario, donde vimos un documental y lo mejor de todo fue cuando abrieron la cúpula y nos quedamos viendo como se ponía el Sol dando paso a la Luna, fue una sensación increíble, de una paz inmensa. Totalmente recomendable, os lo aseguro.


Nos comentaron que la sesión nocturna era más espectacular, ya que podías ver la Luna e incluso algún planeta, y en las noches de verano, la observación la hacían al aire libre, con lo que seguro lo hace aún mucho más especial.

Continuamos la carretera hasta llegar al mirador, donde puedes disfrutar de unas vistas impresionantes, además puedes ver como se tiran en parapente, todo un espectáculo.


Finalmente y con la noche casi encima, volvimos a nuestra casa rural donde nos estaban esperando con una deliciosa cena: ensalada, tortilla de patatas, butifarra picante y pechugas de pollo rebozadas con cornflakes, que estaban que te mueres de buenas. No os lo creeréis pero nos lo comimos absolutamente todo, todo y todo, de postre un flan de huevo casero que estaba increíble, y con los cafés y las infusiones, nos puso unas almendritas garrapiñadas que hacia años que no probaba. Nos trataron como reyes. Y así sin más y con el estomago lleno, nos fuimos a descansar para prepararnos para la excursión del día siguiente.

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