Aquí estamos de vuelta de vacaciones y pensando ya en las siguientes. Espero que todos hayáis tenido un fantástico verano.
Finalmente nuestro destino vacacional de este año fue Escocia, hacía como 15 años que había visitado Edimburgo y me quede con las ganas de recorrer aquel país, así que cuando este año comenzamos ha hablar de donde nos íbamos, los dos lo tuvimos claro. Haríamos un recorrido por tierras Escocesas como Dios Manda.
Así que una vez aterrizados en Glasgow, cogimos nuestro "Yellow Car" de alquiler (toda una experiencia esto de conducir por la izquierda), y primera parada Oban, un pequeño y encantador pueblo pesquero, eso fue amor a primera vista, nos encantó.
Habíamos leído críticas de varios restaurantes y lo que recomendaban si o si, era comer marisco, así que finalmente nos decidimos por uno algo retirado de lo que era el centro, íbamos a probar suerte porque por lo visto tienes que hacer reserva con varios meses, pero lo íbamos a intentar.
Llegamos al The Seafood Temple dando un paseo de lo más agradable, y aún no estaba abierto, pero vimos una puerta abierta donde un cocinero adelantaba faena, así que le preguntamos a que hora abrían y enseguida reservamos una mesa.
Continuamos con nuestro paseo hasta la hora pactada y allí nos presentamos. El lugar en cuestión era bastante curioso, a primera impresión parecía una barraca pero cuando le dimos la vuelta, nos encontramos con un pequeño comedor de lo más encantador, apenas unas 8 mesas, con unos grandes ventanales donde puedes admirar el maravilloso paisaje, solo por eso ya merece la pena, os lo aseguro.
Lo teníamos clarísimos nos pediríamos la bandeja de mariscos, así que con nuestras cervezas de 1/2 cada una, esperamos hasta que nos llego el festín.
Nos quedamos atónitos, pasmados y alucinados al ver la pedazo bandeja con la que apareció nuestra camarera, madre mía, pero si a duras penas cabía en la mesa, no nos esperábamos tanto la verdad, estábamos impresionados.
Allí había de todo, mejillones cocinados con una especie de escabeche que estaba para morirse, salmón cocinado de dos formas distintas, nada que ver al que comemos por aquí, una langosta de medidas alucinantes, bocas, cigalas, ostras y una ensalada que coronaba la bandeja con un aliño sensacional.
Disfrutamos de lo lindo como os podéis imaginar, fue realmente increíble, el servicio inmejorable dos chicas jóvenes super atentas y el cocinero de 10.
Super mega recomendable, sin lugar a dudas, fue un acierto total.
Precio medio por pareja: 100 euros
Encasillando
Pequeño y romántico restaurante donde disfrutarás con todos los sentidos. No os lo perdáis.
Dungallan Park | Gallanach Road | Oban, Argyll | PA34 4LS
T. 01631 566 000
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