Londres, una ciudad que no se qué , que qué se yo, que me
encanta.
Será por sus teatros, será por sus gentes, será por sus
mercadillos, será porque no hay ni una papelera… si, si, como oís, por la
mañana cogíamos nuestro café “take away” y prácticamente la mitad de la mañana
con el vaso encima hasta encontrar un sitio donde dejarlo, que terminaba siendo
una maceta o algo parecido.
Alucinados nos quedamos también con una tienda de M&M en
Leicester Square de 3 pisos ni más ni menos, ¿puede ser, que de para tanto una
golosina? Pues parece que sí, estaba lleno de merchandising: camisetas,
relojes, peluches, … y todo hay que decirlo desprendía un olor horrible, y es
que tanto chocolate junto es lo que tiene.
Los teatros, otro de sus puntos fuertes, te los encuentras a
cada paso, así que haya que fuimos. Entramos a ver “El Fantasma de la Opera”,
uff, impresionante, no puedo decir más, las voces, la escenografía, todo increíble.
El teatro chiquitín, muy mono, un poco incómodo ya que las butacas eran pequeñísimas
y estrechísimas. Pero lo cierto es que la obra era tan increíble que casi no te
dabas ni cuenta.
"Masquerade! Paper faces on parade . . . Masquerade! "No me puedo sacar la música de la cabeza, voy todo el día cantando por la calle.
En definitiva, me parece una ciudad increíble, de esas en
las que me apetecería vivir una temporada, pero de momento aquí me encuentro
escribiendo desde mi escritorio.